HÁBITO DOCE: Salud Física por Razones Espirituales
Hábitos de los Cristianos Altamente Eficaces
“… honren a Dios con su cuerpo.” I Corintios 6:20
Es el deber principal del hombre glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. Esto significa que todo —incluida nuestra actitud y práctica respecto a los asuntos de la salud— debería glorificar a Dios. Cuerpos delgados, disciplinados, ejercitados crean una mejor impresión tanto si uno es cristiano como si no. Los cristianos, sin embargo, tienen una razón adicional para ser disciplinados y estar en forma en cuerpo, mente y espíritu: quieren dar gloria a Dios. La mayor parte de los hábitos de los cristianos efectivos tratan con volverse hermosos espiritualmente. Sin embargo, los cristianos también deberían querer glorificar a Dios a nivel físico cuidando nuestro cuerpo. Este capítulo proporciona evidencia de que cuerpos sanos, delgados, fuertes, libres de enfermedades que son causadas por nuestros propios pecados y excesos también traen gloria a Dios. Esto, a su vez, aumenta la mayor gloria que le traemos por medio de la actitud y el comportamiento piadoso.
Hay dos extremos que queremos evitar. El primero es enfatizar grandemente solo las cosas espirituales mientras se descuidan nuestros cuerpos. Esto puede conducir a hábitos que son destructivos para nuestra salud. El segundo es demasiado énfasis en el cuidado de nuestros cuerpos. Algunos en nuestra sociedad glorifican, sobreenfatizan, o idolatran cuerpos ideales. Este culto al cuerpo es igualmente un error. La Escritura retrata una posición equilibrada en la cual damos mayor cuidado a las preocupaciones espirituales que al cuerpo. No obstante, somos llamados a ejercer dominio propio de una manera que glorifique a Dios en nuestros cuerpos —el templo del Espíritu Santo—. Cuando una persona tiene una desventaja física tal como un problema de tiroides, hay otros principios que aplicar. Dios nos ha dado nuestros cuerpos individuales. En la medida en que nuestro cuidado de ellos hace una diferencia, debemos mantenerlos en buena forma.
Para la gloria de Dios
Hay suficiente en la Biblia acerca de la sanidad —sin importar lo que creamos acerca de su aplicación hoy— para que sepamos que Dios valora la salud. La salud es el ideal que hace que la sanidad sea valiosa. Jesús dijo que un hombre nació ciego no por causa de sus pecados ni de los pecados de sus padres. Más bien, nació ciego para traer gloria a Dios. Sin embargo, seguramente, no fue la ceguera lo que trajo gloria a Dios, sino más bien el estado sanado. Su vista eventualmente glorificó a Dios. En otras palabras, la salud es mejor que la sanidad. La sanidad de Job también trajo gloria a Dios, pero aun así, la salud es el estado del cual la sanidad —su restauración— deriva su valor.
Aquí hay una ilustración espiritual. En un mundo perdido en pecado, vivir una vida santa y útil es mejor que caer en el pecado que requiere redención. Aun cuando la redención es una cosa maravillosa cuando se necesita, no necesitarla es mejor —la redención misma lo implica—. Mantener la salud es mejor que ser sanado puesto que estar enfermo es lo que hizo necesaria la salud restaurada. Tener y usar energía para la obra y el servicio piadosos es mejor que experimentar la falta de energía que hace necesario recibirla. Celebramos el número creciente de personas alrededor del mundo que reciben sanidad sobrenatural en respuesta a la oración de fe. Sin embargo, algunas enfermedades —incluyendo aquellas que Dios está dispuesto a sanar— pueden evitarse por medio de mantenimiento preventivo regular. Como actos de obediencia a Dios, disciplinémonos a hacer aquellas cosas que dan y mantienen buena salud. Es mejor descansar, ejercitarse, y comer bien para alcanzar la energía para servir vigorosamente que necesitar sanidad para restaurar lo que podríamos y deberíamos haber mantenido. ¿Qué trae mayor gloria a Dios, nuestra obediencia y seguridad —o Su rescate?
Los griegos, más que los hebreos, eran culpables de celebrar en exceso la belleza de cuerpos sanos y fuertes. Pablo puede haber tenido ese aspecto de la cosmovisión griega en mente cuando le dijo a Timoteo, “El entrenamiento físico es de algún valor, pero la piedad es de valor para todo” (I Timoteo 4:8). Por supuesto, es mejor disciplinarnos y entrenarnos en piedad como la mayoría de este libro enfatiza. No obstante, aun el entrenamiento físico contribuye a la piedad puesto que podemos servir a Dios mejor con cuerpos sanos. Cuerpos sanos, fuertes nos permiten cumplir mejor con los ejercicios más importantes de oración, ayuno, estudio, y trabajo. El cristiano mantiene salud y fortaleza corporal por un propósito eterno. Ese deseo se extiende más allá de la fuerza física y apariencia que preocupaba a los griegos. Esta es una diferencia entre cristianos que se esfuerzan por glorificar a Dios con sus cuerpos y aquellos que viven meramente a nivel físico.
El dominio propio es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:23). La lista de cualidades piadosas de Pedro menciona que el dominio propio debe añadirse al conocimiento (II Pedro 1:6). Dios quiere usarnos y lo hará tanto como nuestro carácter se lo permita. Así como Él obra más por medio de personas que tienen otros frutos del Espíritu —amor, gozo, paz, etcétera—, tiene sentido que Él pueda obrar más por medio de alguien que también tiene dominio propio que por medio de alguien que no lo tiene. La Biblia claramente nos manda a “honrar a Dios con su cuerpo” (I Corintios 6:20). Esto incluye más que solo la conducta moral de nuestros cuerpos. También incluye su cuidado y disciplina. Debemos ofrecer nuestros cuerpos como sacrificios vivos a Dios (Romanos 12:1), entonces, ¿no deberíamos ofrecerle el mejor cuerpo que podamos mantener?
Somos enriquecidos cuando llegamos a conocer a las personas a un nivel profundo. No obstante, nuestra primera impresión de ellas se basa en la mera apariencia —el cuerpo que vemos—. Como Samuel consideraba al buen hijo de Isaí, Eliab, Dios le dijo, “El hombre mira la apariencia externa, pero el Señor mira el corazón” (I Samuel 16:7). Nos regocijamos en que Dios conoce nuestros corazones y motivos aun cuando otros solo ven la apariencia externa. Para glorificar completamente a Dios ante el hombre, sin embargo, debemos comenzar con la primera impresión —nuestra apariencia externa—. Vestir nuestros cuerpos pulcramente es apropiado. Mantener nuestros cuerpos en buena forma es igualmente apropiado. Podemos hacer ambas cosas por razones piadosas y espirituales. Glorificar a Dios es una razón espiritual para mantenerse en forma. Importa cómo aparecen nuestros cuerpos.
Mucho más importante, las disciplinas que ejercemos para mantener nuestros cuerpos en forma y delgados se derraman en otras áreas de nuestras vidas. Nos influyen cuando nos disciplinamos para la oración, la obediencia, etcétera. Nos volvemos mejores personas. El dominio propio en el ámbito físico no es solo una cosa física —también es espiritual—. De la misma manera, áreas de indisciplina también se derraman en otras áreas. Si nuestra meta es ser todo lo que podemos ser para Dios, debemos esforzarnos por alcanzar y mantener un cuerpo en forma, delgado, y saludable. Eso es espiritual.
Expresamos espiritualidad en la manera en que usamos nuestras mentes y cuerpos, no solo a través de la adoración espiritual. Mostramos amor por Dios en el cuidado de nuestros cuerpos en tres categorías: descanso, ejercicio, y dieta. Las tres merecen nuestra seria consideración. Hay mucho que hacer para Dios. Con cuerpos sanos, podemos sentirnos mejor, lucir mejor, hacer más, hacerlo más fácilmente, divertirnos más al hacerlo, y vivir más tiempo. Eso glorifica a Dios y nos acerca a ser nuestro mejor yo posible.
Descanso
A menudo pensamos en el sexto día de la creación, cuando Dios hizo al hombre y la mujer, como el gran clímax de la historia de la creación. Sin embargo, el séptimo día es el pináculo más apropiado. Ese fue el día en el cual el Creador se detuvo, inspeccionó, evaluó, se regocijó, y declaró su obra buena —el acontecimiento abarcador que celebrar y el ejemplo a seguir—. El descanso del trabajo exitoso es restaurador. Dios creó el día de reposo, nos lo encomienda, y manda que sigamos Su ejemplo. ¿Por qué?
Dios nos conoce porque Él nos creó. Él conoce nuestra constitución fisiológica y entiende que nuestros cuerpos necesitan descanso periódico. Él conoce nuestra constitución psicológica y entiende que nuestras mentes también necesitan un descanso de las presiones de las responsabilidades diarias. Él conoce nuestra constitución espiritual y entiende que necesitamos tomar cierto tiempo deliberado para nutrir a nuestro hombre espiritual. Somos rejuvenecidos en la presencia de Dios cuando adoramos. Él lo manda porque es bueno para nosotros. Él nos bendice con una cita semanal con Él mismo, un tiempo para enseñanza, adoración, descanso, recreación, compañerismo, y oración, así como simple diversión. Si tus responsabilidades lo hacen posible, el domingo parece un tiempo natural para tomar un día libre cada semana.
Si tu trabajo requiere laborar el domingo, toma otro día para descansar. Si no, después de años de mal uso de tu cuerpo, corres el riesgo de enfermarte. Esto sucede porque habríamos vivido por debajo de nuestro privilegio, violado la provisión de Dios para nuestra salud, abusado de nuestros cuerpos, y traído consecuencias físicas negativas sobre nosotros mismos. Dios quiere ahorrarnos eso. Hay suficiente tiempo cada día para hacer la voluntad de Dios. Hay suficiente tiempo en seis días para hacer el trabajo que Dios pretende que hagamos. Trabajar más que eso es hacer algo que Dios no pretende. Descansa y disfruta a Jesús.
eso es hacer algo que Dios no pretende. Descansa y disfruta a Jesús.
¿Significa esto que abogamos por descansar como para el Señor? Sí, eso es exactamente lo que se quiere decir. A veces se necesita fe para dejar de trabajar y “hacerme descansar en verdes pastos” (Salmo 23:2). La obediencia en este punto es muy superior a continuar trabajando porque dependemos de nosotros mismos. Dios quiere que descansemos. No guardamos un día de reposo porque seamos perezosos. Lo guardamos porque, entre otras razones, reconocemos que los cuerpos descansados hacen mejor trabajo en menos tiempo con menos esfuerzo.
Yo amo mi trabajo. No obstante, creo en descansar. Tengo cuidado de no trabajar el domingo. Si debo trabajar el domingo, escojo otro día esa semana para descansar. Cada uno de nosotros debe decidir qué actividades sentimos que son descansadas y permitidas para nosotros en nuestro día de descanso. Las personas que se sientan y trabajan frente a una computadora no están descansando. Para ser restaurados, todos los sistemas tienen que estar apagados para la regeneración del espíritu, la mente, los músculos, las emociones, y la persona entera. En tu día de descanso, haz cosas que sean muy diferentes de lo que haces en el trabajo. Si eres un tenista profesional, aligera el entrenamiento duro por un día. Si trabajas en un escritorio toda la semana, jugar tenis podría ser una actividad que glorifica a Dios en tu día de descanso. Descansa de modo que tu cuerpo se recupere de las tensiones físicas, emocionales, y mentales de la vida.
El descanso diario también es importante. Cuatro días por semana, descanso mi cerebro y ejercito mi cuerpo con baloncesto o correr y entrenamiento con pesas. Por la noche, cuando mi cuerpo indica que está cansado, dejo de trabajar pronto si no de inmediato. Char y yo a veces damos un paseo antes de retirarnos. El diablo puede querer que nos excedamos, pero Dios ciertamente no. “Por demás madrugáis, y veláis hasta muy tarde, y coméis pan de dolores; pues que a Su amado dará Dios el sueño” (Salmo 127:2).
Los períodos anuales de descanso prolongado, como los judíos hacían, también son buenos. Ellos observaban tres fiestas anuales que habrían sido descansadas para ellos. Cada año Char y yo tomamos vacaciones. Debido a que mi trabajo con uno de mis ministerios implica viajes internacionales por semanas a la vez, a veces simplemente quedarse en casa es las vacaciones más descansadas. Disfruto y aprecio estos tiempos de descanso. Me ayudan a mantenerme fresco y gozoso, y generalmente estoy ansioso por volver al trabajo al comienzo de cada nuevo semestre.
Algunos obreros cristianos parecen sentir que son libres para trabajar tanto como quieran porque su trabajo es importante. Ellos creen correctamente que el destino eterno de almas depende del éxito de su trabajo, pero suponen erróneamente que, por lo tanto, no deben descansar. Por el contrario, debido a que su trabajo es tan importante, los obreros cristianos necesitan ser extra cuidadosos para marcar el paso a una velocidad que puedan mantener por toda una vida. Los ministros son especialmente negligentes en guardar el tercer mandamiento —que Dios ha dado para el bien de todos—. Puesto que las leyes de Dios son buenas para nosotros, “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” podría muy bien volver a expresarse: “Es bueno para ti disfrutar el Día del Señor y mantenerlo separado de otros días.” La palabra raíz de “santo” significa “separado.” Para los ministros cuyo trabajo los mantiene ocupados los domingos, podría parafrasearse: “Cuando tu trabajo requiere que estés ocupado los domingos, es bueno para ti disfrutar otro día y mantenerlo separado de los demás.”
El diablo sabe mejor que intentar un ataque frontal contra un ministro celoso y comprometido del evangelio. En lugar de ponerse delante e intentar detenernos, astutamente da la vuelta detrás de nosotros. Coloca su mano engañosamente suave, gentil, firmemente sobre nuestras espaldas y empieza a empujar, incrementando el paso tanto como le permitamos. Mientras tanto, susurra, “Ora más, trabaja más duro, trabaja más tarde, no te detengas, sigue adelante, las almas están muriendo, la gente te necesita, trabaja un poco más, no descanses.” Intenta quemarnos. Desafortunadamente, esta táctica funciona con demasiado éxito. Dios no ama a los ministros menos que a los no ministros —dándoles a los no ministros un día libre pero negando a los ministros el mismo descanso—. Un día con libros, niños, deportes, y tu cónyuge —lo que sea que consideres una actividad recreativa placentera— es el regalo de Dios para ti. Si lo rechazas, lo haces para tu propio perjuicio. Tomar tiempo periódico para descansar es parte de marcar el paso para el largo recorrido. Con cada año que pasa, te vuelves cada vez más experimentado y valioso en el reino de Dios. Te necesitamos. No descansamos porque no nos guste trabajar; descansamos porque queremos servir por mucho tiempo con cuerpos sanos y mentes alertas. Altamente motivado para un trabajo significativo como estoy, me toma más disciplina descansar que trabajar. Descanso para poder trabajar mejor y más tiempo.
Ejercicio
La Biblia fue escrita en una época agraria. Durante los tiempos bíblicos, todos obtenían mucha actividad física por las actividades normales de viajar a pie y trabajar sin máquinas. El trabajo físico era considerado bueno y saludable. “Nada hay mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo” (Eclesiastés 2:24). La misma Biblia que dice que debemos descansar un día a la semana también dice que debemos trabajar seis. Trabajar en los días bíblicos implicaba labor física. ¿No supones que Jesús disfrutaba el ejercicio de caminar? Aun sin mandatos directos de ejercitarse, las enseñanzas de estilo de vida de la Biblia son consistentes con ejercitarse para la salud. Nuestra era tecnológica ha producido estilos de vida drásticamente diferentes del contexto agrario de la Biblia. Tenemos que abordar algunos desarrollos en la sociedad moderna con principios bíblicos más que con mandatos directos. Por ejemplo, la Biblia no nos dice que no deberíamos mirar imágenes vulgares en Internet —esa posibilidad no existía en los tiempos bíblicos—. Sin embargo, la mayoría de los cristianos cree que está mal hacerlo. De igual manera, el ejercicio es consistente con las enseñanzas bíblicas sobre el trabajo aun sin el mandato directo de ejercitarse. Aquellos que hacen trabajo físico hoy no necesitan ejercitarse —ya lo hacen—.
Encuentra ejercicio que te vigorice físicamente. También debería ser mentalmente descansado, placentero, y adecuado para ti. La mayor mejora de la salud llega a aquellos que ejercitan moderadamente por encima de aquellos que no ejercitan nada. Al igual que el principio de rendimientos decrecientes, hay menos beneficio adicional en el ejercicio extremo y vigoroso sobre el ejercicio moderado. Encuentra el nivel mejor para ti. Me siento pesado cuando ejercito menos que mi rutina regular. Cuando salgo a correr, lo doy todo. Me gusta el baloncesto porque es altamente competitivo y social. Nuestro carácter es refinado al aprender a señalar nuestras propias faltas y someternos a las decisiones de otros —aun cuando son cuestionables (para nosotros)—. Nuestras vidas tienen estaciones, y necesitamos adaptar nuestras rutinas al avanzar.
¿Por qué nos sentimos tan bien cuando hacemos ejercicios? Cuando ejercitamos vigorosamente, nuestro cuerpo fabrica sustancias químicas rejuvenecedoras. Por ejemplo, cuando forzamos nuestros cuerpos, nuestros cerebros señalan a nuestros cuerpos para que secreten betaendorfinas. Esta sustancia química nos ayuda a sentirnos frescos, vigorosos, y alertas mientras se construyen nuestros sistemas inmunes de corto y largo plazo. Las endorfinas amortiguan cualquier dolor del ejercicio y proporcionan una “euforia” saludable. El ejercicio aeróbico a largo plazo causa que más endorfinas sean secretadas moderadamente por un tiempo más largo. Tu cuerpo las usa beneficiosamente durante tu caminata en tu vecindario o el concurso del juego. El ejercicio vigoroso también ayuda a quemar exceso de tejido graso. Por cada libra adicional de grasa, el corazón tiene que bombear sangre a través de 200 millas adicionales de capilares (pequeños vasos entre arteriolas y venas). Cuando cargamos menos peso, tenemos más energía para cosas más creativas.
Ejercitar vigorosamente tres veces a la semana no siempre es posible. Considera mezclar caminatas dentro de tus actividades diarias. Busca oportunidades para estar activamente espontáneo. Excelentes elecciones incluyen saltar cuerda, montar en bicicleta, caminar, correr, bailar, o patinar con ruedas.
Mezclando ejercicio con la vida
Durante el verano del año 2000, visité siete naciones en dos continentes en seis semanas. Hice 68 presentaciones. Nueve veces, regalé planes de estudio de capacitación de liderazgo cristiano. El horario fue el más exigente que había enfrentado.
Kenia fue la última nación que visité en África antes de ir a Asia. Los kenianos son grandes corredores, así que pensé que sería divertido correr allí. Conduje dos conferencias separadas en mis seis días en ese país. En algún punto en medio de ese tiempo, salí a una corrida de dos horas en las montañas del noroeste de Kenia cerca de Kapenguria. Comencé alrededor de las 4:30 de la tarde después de cuatro sesiones completas de enseñanza, y corrí por una carretera de montaña que no estaba demasiado ocupada. Los amistosos estudiantes kenianos que iban camino a casa desde escuelas, campos, y trabajo a menudo se detenían para mirar al hombre blanco calvo corriendo hacia arriba por la montaña. Muchos de ellos saludaban con la mano y llamaban —empujándose unos a otros y riendo—. Algunos corrían a mi lado por un rato.
Estaba a unos 50 minutos de salida y subida, entre los hermosos árboles de esa parte del mundo. Una repentina tormenta de nubes vino sobre la montaña y empapó todo. Los rigores de la oración y de dar conferencias todo el día habían agotado mi mente, pero esta aventura fue estimulante y restauradora. Mientras corría de vuelta montaña abajo empapado y salpicando agua con cada paso, muchos de aquellos que me vieron correr montaña arriba ahora me notaban de nuevo —algunos de ellos desde sus porches secos—. Debido a que ya estaba caliente por la corrida cuando empezó la lluvia, fue muy refrescante. Mientras corría salpicando por los arroyuelos en la carretera de montaña, me habría estado riendo por la comedia y la diversión que estaba teniendo si no hubiese estado tan ocupado respirando. Al día siguiente comenzamos más ministerio. Estaba refrescado y listo.
Glorificando a Dios a través de un estilo de vida saludable
Más temprano en la historia de los Estados Unidos, enfermedades infecciosas mataban enormes cantidades de personas. Con los avances en la ciencia médica, el número hoy es relativamente pequeño. En su lugar, las enfermedades degenerativas matan a más personas ahora. Estas enfermedades son básicamente enfermedades de estilo de vida. No me refiero a estilos de vida sexualmente inmorales que disminuyen la expectativa de vida. El estilo de vida no saludable es la mayor causa de los asombrosos costos del cuidado de la salud en los Estados Unidos. Un estudio de pacientes en el Hospital General de Massachusetts reveló que el 86 por ciento de los pacientes admitidos requerían hospitalización porque tenían un estilo de vida no saludable. ¿Es de extrañar que las empresas estén empezando a ofrecer programas de acondicionamiento físico para sus empleados?
Hasta hace 80 años, el 70 por ciento de los estadounidenses obtenían su ejercicio por medio del trabajo físico y comían alimentos no refinados. Hoy, casi todos comemos alimentos refinados. Muchos de nosotros ya no hacemos trabajo manual. Este cambio en nuestra cultura afecta directamente a nuestra salud. Nuestro estilo de vida ha cambiado drásticamente. El estilo de vida es el factor que más afecta nuestra expectativa de vida. Los otros tres factores son el cuidado de la salud, el medio ambiente, y la genética. Los estilos de vida no saludables causan más del 50 por ciento de las muertes. En otras palabras, lo que comemos y bebemos y cuánto ejercitamos afecta nuestra salud más que el cuidado de la salud, el medio ambiente, y la genética combinados. Además, de estos cuatro factores, el estilo de vida es el único sobre el cual fácilmente podemos tener control. Podemos hacer poco sobre el cuidado de la salud y el medio ambiente. No podemos hacer nada sobre la genética todavía. La genética representa solo el 25 por ciento de los factores que afectan la grasa corporal, mientras que el estilo de vida representa el otro 75 por ciento. En otras palabras, nuestro estilo de vida, no nuestro código genético, es en su mayor parte responsable de nuestra composición corporal y expectativa de vida.
Los resultados de hábitos saludables
Aquí hay seis hábitos básicos, alcanzables para un estilo de vida saludable:
- Comer comidas regulares cada día (especialmente el desayuno) y evitar los bocadillos
- Mantener un peso corporal normal
- Hacer ejercicio moderadamente
- Dormir siete u ocho horas por noche
- No fumar
- O abstenerse del alcohol o beber alcohol moderadamente
Los estudios indican que a la edad de 45 años, al seguir cinco o seis de estos hábitos de estilo de vida saludable, puedes esperar vivir hasta la edad de 78 años. Si mantienes solo tres de ellos, puedes esperar vivir solo hasta la edad de 67 años. En otras palabras, puedes añadir 11 años a tu vida haciendo esas seis cosas prácticas muy simples. Incluso hay culturas en el mundo en las que muchos viven bien más allá de los 100 años de edad porque tienen dietas que son bajas en grasa, colesterol, azúcar procesada, sal, y calorías. Ese es tan solo el factor de expectativa de vida.
La buena salud proporciona una calidad de vida aumentada. Así como seguramente se pueden añadir 11 años viviendo un estilo de vida saludable, también puedes beneficiarte de una mejor calidad de vida. ¿Has hablado alguna vez con alguien que tiene un estilo de vida saludable y se arrepiente de ello? Se siente mejor estar saludable. Así como la riqueza es más que una mera ausencia de pobreza, la salud es más que solo una ausencia de enfermedad. Para mayor beneficio, observa los seis componentes de desempeño de cuerpos ejercitados que Dios quiere que tengas para Su gloria y tu disfrute: agilidad, poder, mejor tiempo de reacción, equilibrio, velocidad, y coordinación. Puedes estar en forma y delgado, tener más energía, estar más despierto, y moverte más rápida y fácilmente si tienes buena salud. ¿Quién no querría añadir estas cosas a su lista de bendiciones?
Aun para las personas que tradicionalmente no han ejercitado a lo largo de los años, no es demasiado tarde para comenzar. Aun un anciano de 90 años puede adaptarse y responder favorablemente a un programa de acondicionamiento físico. El ejercicio todavía ayudará desde el momento en que comiences. Añadirá longitud y calidad de vida y aumentará tu resistencia a la enfermedad mientras reduce el costo y la molestia del cuidado de la salud.
Un número de buenos libros sobre salud y ejercicio existen hoy. Mira varios y diseña un programa que funcione mejor para ti. Los libros dan varias razones para mantener un programa equilibrado de ejercicio y buena dieta. Puedes añadir tu propia razón espiritual personal —quieres glorificar a Dios en tu cuerpo de todas las maneras posibles.
Dieta
Comer es un placer dado por Dios, el banquete es parte de la celebración, y “toda comida es limpia” (Romanos 14:20). Sin embargo, como con otros placeres dados por Dios, también podemos usar mal este. Se nos dice que controlemos nuestros apetitos y que el Espíritu Santo nos ayudará a ejercer dominio propio. La Escritura prohíbe tanto la glotonería como la embriaguez. Pablo dice de “enemigos de la cruz de Cristo… cuyo dios es el vientre y cuya gloria es su vergüenza” (Filipenses 3:18-19). Entonces, ¿cómo festejamos para la gloria de Dios sin excedernos? ¿Cómo perdemos peso si tenemos sobrepeso? ¿Cuál es la mejor manera de comer para la salud?
Un patrón de por vida de alimentación nutritiva y ejercicio apropiado es lo mejor. Para perder peso, algunos se ponen a dieta. Sin embargo, intentar perder peso con una dieta baja en calorías sin ejercicio hace que el cuerpo queme el tejido magro y proteja las reservas de grasa. La parte del cuerpo que deseas que desaparezca se queda, y el tejido muscular que quieres mantener saludable se ve atacado. Esta es la manera del cuerpo de sobrevivir. Cuando no hay suficiente consumo de calorías, el cuerpo piensa que se acerca una hambruna y trabaja para preservar las reservas del almacén de grasa. Cuando abandonas la dieta, tu tejido muscular vuelve a construirse, y regresas al peso que tenías cuando comenzaste la dieta. Cuando haces dieta, te niegas la nutrición necesaria. Sin calorías en forma de carbohidratos, le niegas a tu cerebro y sistema nervioso central la energía que necesitan. Por eso una persona es propensa a los malos estados de ánimo cuando está a dieta. El cuerpo se siente débil; el nivel de energía es bajo. Esto conduce a aún menos del ejercicio normal tan necesario que es bueno para el cuerpo.
La mejor dieta es comer controladamente con ejercicio apropiado por el resto de tu vida. Intentar perder peso no comiendo es contraproducente. Es mucho mejor mantener un nivel de ingesta controlado de modo que permanezcas fuerte y no estés ni hambriento ni incómodo. El ejercicio junto con una ingesta normal de calorías es agradable y, con práctica, es posible mantenerlo. Al final, es mucho más productivo. Perder más de una o dos libras por semana no es bueno para tu salud. Un estilo de vida saludable es muy superior a las dietas.
La fibra (tanto soluble como insoluble) en vegetales y fruta ayuda a regular el sistema digestivo. Añade agua y volumen a la materia fecal que ayudan a disminuir el cáncer intestinal, de colon, y otros tipos de cáncer. El pan blanco refinado casi no tiene fibra. El pan de grano integral tiene fibra. La etiqueta en el envoltorio generalmente listará el contenido de fibra. Los químicos usados en la agricultura están presentes en la cadena alimentaria y nuestro tracto intestinal es el lugar donde estas toxinas se acumulan. Mantener suficiente fibra en el tracto en todo momento contribuye a limpieza interna, regularidad, y salud. Las células cancerosas se multiplican sin control. Las precélulas cancerosas, aunque no son células normales, no se multiplican y aún necesitan ser eliminadas. La fibra ayuda a eliminar toxinas y reducir la acumulación de precélulas cancerosas. Una dieta alta en fibra ayuda a nuestro cuerpo a eliminar precélulas cancerosas antes de que muten en células anormales. Esta es la razón por la cual la fibra es nuestra amiga.
El alcohol y la cafeína, por otro lado, también son enemigos para nuestros cuerpos. El alcohol es un depresor, la cafeína es un estimulante, y ninguno tiene valor alimenticio. Café, té, colas, y chocolate contienen cafeína. Además, el alcohol es una toxina. Cuando bebes más de lo que tu cuerpo puede eliminar fácilmente, lo envenenas. Muchos cristianos evitan problemas con el alcohol absteniéndose de él. Durante algún tiempo en los Estados Unidos, muchas personas fueron enseñadas a la abstinencia total. Puesto que la Biblia encomia el dominio propio y prohíbe beber en exceso, muchos evitan la tentación de beber en exceso simplemente eligiendo no beber en absoluto. Yo no bebo, pero no tengo disputa con aquellos que beben bajo control. La Biblia enseña que no deberíamos usar mal nuestra “libertad” para tentar a otro a hacer algo que ellos consideran pecado. No quiero hacer tropezar a nadie. En mi contexto cultural, eso fácilmente podría suceder. Muchos cristianos evitan estrictamente la dependencia del alcohol pero parecen inconscientes del peligro de la dependencia de otros estimulantes.
Como niño, recuerdo que mi madre y mi padre necesitaban varias tazas de café para ponerse en marcha cada mañana. Recuerdo distintamente pensar que yo no quería depender de la estimulación de la cafeína para ponerme en marcha. Entendí que un cuerpo saludable tendría la energía para ponerse en marcha sin estimulantes. Parecía lógico que los estimulantes podrían estimular demasiada actividad en un cuerpo insuficientemente nutrido. Yo normalmente no bebo café, té, colas, refrescos, ni como chocolate, aunque no está mal consumirlos ocasionalmente. Es mucho mejor comer y beber cosas con valor nutritivo. La comida nutritiva nutre el cuerpo en lugar de estimularlo para trabajar, o aún sobre trabajar, con cafeína.
También hay ventajas financieras al comer alimentos y bebidas nutritivos en lugar de estimulantes. Una taza de café cuesta dinero pero contiene valor nutritivo limitado. La mayoría de bebidas carbonatadas están cargadas con azúcar refinada —no es buena para la salud general ni para los dientes—. Ellas también son costosas, y también lo es la cuenta del dentista. Las barras de dulces tienen los mismos problemas. Una taza de café o un refresco y una barra de dulce por día podrían costar 1 dólar con 50 centavos. Si alguien tuviera esas golosinas seis días por semana, eso equivaldría a poco más de 39 dólares por mes. Colocar esos mismos 39 dólares cada mes en una cuenta de ahorros al 5 por ciento de interés por 40 años se acumularía a 68,874 dólares con 79 centavos. Además, tendrías más años de salud para gastarlo. Por otro lado, si realmente quieres una alternativa nutritiva, ¿por qué no consumir jugos de fruta o vegetales y barras de granola? Al empacar un almuerzo saludable, usando pan de trigo y contenidos nutritivos junto con algo de fruta, no necesito comer entre comidas. Mi cuerpo recibe buena nutrición, y reduzco las posibilidades de cuentas médicas relacionadas con el estilo de vida. Soy recompensado con buena salud.
¿Cuál es el resultado de mantener una buena dieta? ¿Dudas la validez de vigilar lo que comes? Mira a una iglesia que enfatiza buenos patrones de alimentación. La tasa de cáncer de los Adventistas del Séptimo Día es solo el 50 por ciento del promedio nacional. Ellos también tienen solo la mitad de la enfermedad cardiaca esperada y diabetes del promedio nacional y una mayor expectativa de vida.
No tenemos que ser “fanáticos de la salud,” para entender la correlación entre comer correctamente y estar saludables y productivos. Dios nos ayuda, y Él sana nuestros cuerpos. De hecho, Él creó nuestros cuerpos para ser autorreparadores —un proceso grandemente mejorado por la buena salud general—. Aun así, somos responsables de mantenernos espiritualmente y mentalmente alertas comiendo lo que es nutritivo y no lo que meramente nos estimula.
Comer en exceso
Comer en exceso y beber en exceso están ambos prohibidos en la Escritura. La falta de vergüenza o bochorno que los cristianos en los Estados Unidos asocian con comer en exceso parece inconsistente con eso. Obviamente, las consecuencias del alcoholismo ponen en peligro a la sociedad más que comer en exceso. Sin embargo, la Escritura prohíbe ambas conductas. Un estudiante una vez me preguntó cómo Dios pudo haber usado a un difunto evangelista aun después de que se volvió alcohólico. Respondí, “Si Dios puede usar a los que comen en exceso entre nosotros, ¿no podría Él también usar a un bebedor en exceso?” Dios nos usa aun cuando nuestras vidas no son completamente santas. Es una maravilla que Dios use a cualquiera de nosotros. Aun cuando Dios nos usa en nuestro estado indisciplinado, no hace que esté bien ser indisciplinado.
Como regla, alguien que come en exceso y no se ejercita tendrá sobrepeso. No habría llegado a estas conclusiones si no hubiese pasado 18 años observando el estilo de vida y hábitos alimenticios de los asiáticos. Noté lo mismo en África. No veo tantas personas con sobrepeso en países no occidentales. Vivimos con abundancia en Occidente, y eso nos introduce a ciertas tentaciones que las personas en otras partes del mundo no tienen. Tenemos tanta facilidad y abundancia que debemos ejercer una disciplina no necesitada en otras partes del mundo. Ellos no comen en exceso porque no pueden costearlo. Nuestra prosperidad crea la necesidad de disciplina. Debemos mantener porciones sensatas aun cuando comemos fuera —especialmente cuando comemos fuera—. Llevarte parte de tu cena a casa contigo o compartirla con un cónyuge o amigo te enriquece física y financieramente.
Durante las semanas siguientes a mi ayuno de 40 días discutido en el Capítulo 5, (Ayunar sistemáticamente), intencionalmente aumenté de peso. Lo necesitaba. Ocurrió algo interesante —aumenté de peso más allá de mis habituales 170 a 175 libras hasta 180. Sin embargo, el problema era más grande que eso —estaba aumentando de peso rápidamente—. Debido a que había detenido mi programa de ejercicio durante el ayuno y el período de recuperación, me volví perezoso. Recuerdo pensar, “Dios me ha dado una paz tan maravillosa de mi tiempo de oración que incluso está afectándome fisiológicamente. Estoy aumentando de peso y puedo volverme un hombre regordete y alegre.” Fue entonces que decidí que estar en forma físicamente por el bien de la obra del Señor era importante para mí. Reduje el proyecto de aumento de peso. Con más disciplina requerida que lo usual, regresé a una rutina de ejercicio regular. Decidí no estar pesado y luego actué sobre mi decisión.
Algunas personas son simplemente descuidadas acerca de lo que comen o de cómo se ejercitan. Si creemos que nuestros problemas de salud son genéticos, tenemos poca motivación para intentar estar saludables. Si pensamos que no importará, no lo intentaremos. Espero que este capítulo te haya convencido de que las decisiones de estilo de vida hacen una diferencia importante.
No toda persona con sobrepeso come en exceso. Siempre deberíamos ser caritativos hacia aquellos con enfermedades médicas que causan que tengan sobrepeso. La ciencia médica ofrece ayuda limitada para estos problemas. Dios puede y sana cuerpos. Él puede sanar las glándulas que regulan cuánta comida se convierte en grasa o energía. Sin embargo, nuestra disciplina desempeña una gran parte. Un porcentaje mucho menor de personas en otros países tienen las enfermedades que los estadounidenses culpan por tener sobrepeso. Tal vez muchos de aquellos que reclaman una razón médica para tener sobrepeso realmente no la tienen. Un amigo mío con sobrepeso insistió en que tenía un problema médico. Cuando observé (silenciosamente) el volumen y la naturaleza de lo que comía, me di cuenta de que él podría lucir como yo y yo podría lucir como él dentro de un año de intercambiar patrones de alimentación. Si tienes una razón médica para tener sobrepeso, eso aún no te excusa de estar más por encima del peso que lo causado por tu condición médica. Todavía necesitas practicar autodisciplina y hábitos saludables. Una situación médica que cause que tengas sobrepeso puede no deshonrar a Dios, pero comer en exceso sí lo hace. La falta del fruto del Espíritu —dominio propio— lo produjo. Luego, aquellos que son disciplinados en los patrones de alimentación deben recordar que el orgullo en forma de juicio también es un pecado a evitar.
Si le pides, Dios te dará la gracia para examinar tus hábitos de alimentación. Si es necesario, Él puede ayudarte a aumentar el autodominio del que hablamos en el Capítulo 3 (Ejercer dominio propio). Si tienes sobrepeso, podrías estar comiendo en exceso o no ejercitándote lo suficiente o ambos. Puedes ser capaz de cantar, orar, servir, o aun predicar bien. Sin embargo, si tu ingesta de comida no está bajo tu control, no serás todo lo que puedes ser. Si traes esta área bajo tu control, te sorprenderá y agradará cuánto mejor harás en cada área de tu vida.
Comida que es buena para ti
En años recientes, la pirámide alimenticia ha visto algunos cambios. La pirámide tradicional tiene granos integrales en el nivel más esencial. Frutas y vegetales siguen en la siguiente capa. Aquellos que estudian la nutrición ahora sugieren que movamos las frutas y los vegetales hacia abajo, al nivel más esencial. El cambio fue impulsado porque “granos” incluyen pan hecho con harina blanca altamente refinada. La gente está comiendo demasiado harina refinada mientras no come suficientes vegetales y frutas que tienen más contenido de agua y fibra.
Frutas y vegetales que son frescos y madurados en la vid o en el árbol son los mejores. Absorbieron nutrientes del suelo hasta el momento en que fueron recogidos. A veces puedes comprarlos en el puesto al borde del camino de un agricultor o cultivarlos en tu propio jardín. Desafortunadamente, frutas y vegetales frescos madurados en la vid o en el árbol son muy limitados. La segunda mejor elección es fresco congelado. Frutas y vegetales pierden nutrientes a medida que pasan por el largo proceso de transporte hacia los estantes de la tienda de comestibles. Los productos fresco congelados tienen un período de tiempo más corto entre la cosecha y la congelación. Por otro lado, los vegetales y frutas frescos en nuestras tiendas de comestibles son cosechados antes de madurar. Al no madurar en la vid o en el árbol, no tienen algunas de las vitaminas y minerales que obtendrían al madurar en la vid o en el árbol. Si no puedes obtener fresco o fresco congelado, enlatado sin aditivos es mejor que enlatado con aditivos.
Elige bebidas y alimentos para moderar tu ingesta de azúcar —especialmente azúcar añadida—. En nuestro país, los refrescos no dietéticos son la mayor fuente de azúcar añadida. Los dulces, golosinas, helado, pastel, galletas, y bebidas de fruta también son fuentes mayores de azúcar añadida. Además, son endulzados con azúcar blanca, que ha tenido todo el valor nutritivo refinado fuera de ella. Todo lo que queda son las calorías. El cuerpo no puede distinguir entre azúcar natural y azúcar añadida. El azúcar blanca tomada en el cuerpo es absorbida rápidamente en la sangre. Eleva los niveles de azúcar en la sangre (glucosa) tan alto que el páncreas tiene que trabajar duro para secretar suficiente insulina para bajar el nivel de glucosa. No solo el páncreas es sobrecargado, la insulina causa que la glucosa se deposite en las células para sacarla de la sangre. En alguien sin ejercicio, esto construye la cantidad de grasa corporal. El ejercicio quemará la glucosa tanto en músculo como en sangre. Los músculos —si se usan— pueden tomar glucosa directamente de la sangre.
Una combinación saludable de porciones sensatas de vegetales, frutas, granos integrales, leche descremada, pescado, carne magra, aves, frijoles, y alimentos que son bajos en grasa y azúcares añadidos es sabia. Carnes magras, carne oscura de pavo, espinaca, frijoles secos cocidos, y panes de grano integral son buenas fuentes del hierro que tus glóbulos rojos necesitan para transportar oxígeno. Aprende a inspeccionar etiquetas de alimentos para hierro añadido en cereales y otros alimentos. Una variedad de granos integrales incluyendo arroz integral, trigo molido, maíz integral, avena, palomitas de maíz, avena entera, centeno entero, y trigo entero es buena para ti. Cada vegetal y fruta es rica en un nutriente diferente, así que sigue variando la variedad. Frutas y vegetales crudos tienen el mayor valor nutritivo y pueden comerse en sopas y ensaladas. Considera comer fruta como postre.
Aquellos con un programa de ejercicio vigoroso no tienen que ser tan cuidadosos para mantenerse delgados. Mi razón para comer comida saludable no es tanto mantenerme delgado como dar buena nutrición a mi cuerpo ejercitado. Para aquellos que tienen un programa de ejercicio menos vigoroso, los asuntos dietéticos podrían hacer una diferencia mayor en su salud y apariencia física. Traemos más gloria a Dios si tenemos todos los frutos del Espíritu, incluyendo dominio propio para ayudarnos a mantener buena salud física por razones espirituales.
Espíritu, mente, y cuerpo trabajando juntos para la gloria de Dios
Hay una alta correlación entre salud espiritual, mental, y física. Estudios revelados en “Cómo vivir 365 días al año” por John Schindler muestran que más del 50 por ciento de nuestras enfermedades son inducidas emocionalmente. Además, el 75 por ciento de los problemas físicos en personas mayores son resultado de efectos negativos de emociones no saludables. Elige valentía, determinación, y alegría por encima de mal humor, murmuración, y preocupación. Mantener actitudes positivas es importante a todas las edades. Sin embargo, los efectos de las emociones se vuelven cada vez más claros con la edad aumentada. En “Head First”, el autor Norman Cousins confirma esto y explica más. Cuando estamos asediados por emociones negativas, especialmente frustración extendida, nuestros cuerpos fabrican su propio veneno. Cuando creemos lo peor, tendemos a experimentar lo peor. Nuestros cuerpos poseen un mecanismo maravilloso para alejar y combatir la enfermedad —nuestro sistema inmune— que funciona mejor cuando es estimulado por emociones saludables.
La buena noticia para el cristiano es que la libertad de la disfunción psicológica está arraigada en la salud espiritual. Bendiciones espirituales de perdón, paz, y gozo proporcionan una recompensa que va más allá de los buenos sentimientos del corazón para incluir la salud del cuerpo. La interconexión del cuerpo, alma, y espíritu del hombre proporciona una ventaja para el creyente.
En este capítulo, examinamos evidencia de que puedes en gran medida controlar tu salud física y servir mejor a Dios con un cuerpo saludable. En otras palabras, aprendimos que la buena salud física puede influenciar positivamente nuestras vidas espirituales. En el orden inverso, el bienestar mental y espiritual es ventajoso para la salud física. ¿Por qué no permitir que cada variedad de salud —espiritual, mental, y física— afecte positivamente la calidad de vida en las otras dos áreas y disfrutar vida abundante en las tres esferas? Eso glorifica a Dios, y Él quiere eso para nosotros. Esto haría una gran contribución hacia llegar a ser cristianos altamente efectivos y nuestro mejor yo posible.
En la introducción de este libro, mencioné el poder de aliento de la multitud del Maratón de Boston. Ahora, tú estás en un maratón espiritual de toda la vida. Con todos los capítulos de este libro, quiero ser parte de la multitud animándote. Aquellos que trabajan con ganado dicen que cuando una vaca está pariendo, otras vacas en el establo “mujirán” largo y fuerte para animarla. Mientras das a luz al cumplimiento de tus sueños y potencial, quiero “mugir” mi ánimo para ti. Si las multitudes en Boston y las vacas en el establo tienen la habilidad de animar, entonces seguramente podemos animarnos unos a otros en nuestro viaje espiritual. Este capítulo acerca de la salud física tiene la intención de animarte a correr tu carrera espiritual mejor y ayudarte a realizar tus sueños con la ayuda de un cuerpo físico fuerte, delgado, y saludable. ¡Sigue con el buen trabajo!
